Factores como la luz, nutrición, riego, fitohormonas, entre otros, interactúan entre sí e influyen sobre el desarrollo floral, definiendo el número y calidad de las flores para la siguiente temporada.
La primera etapa de desarrollo de la flor dentro de las yemas es la inducción floral. Dicho proceso “se conoce como una condición interna del ápice meristemático vegetativo de una yema que conduce a su transformación en meristema floral” (Gil Salaya, 2012). Este proceso ocurre en psotcosecha y es previo a la diferenciación floral, donde no existen cambios morfológicos visibles y está descrito como un cambio cualitativo. Es difícil saber cuándo comienza y termina en cada especie y variedad, pues el el momento y forma en el que ocurre está regulado genéticamente; sin embargo, ya se ha avanzado en el estudio de éste y se ha relacionado con acciones ambientales y factores fisiológicos.
Lograr un máximo potencial productivo es el objetivo de cualquier productor y en este proceso la inducción floral clave. Para obtener buena producción y calidad de la fruta, es imprescindible un equilibrio entre el desarrollo floral y vegetativo del árbol. Factores como la luz, nutrición, riego, fitohormonas, entre otros, interactúan entre sí e influyen sobre el desarrollo floral, definiendo el número y calidad de las flores para la siguiente temporada. Por otra parte, es relevante comprender que junto al desarrollo floral en las yemas, están sucediendo otros procesos en la parte aérea y en las raíces de las plantas y que podrían tener un efecto indirecto sobre la inducción floral.
En Prunus avium L. el proceso de inducción de flores comienza aproximadamente unos 70 días después de plena flor (DDPF), hecho que coincide con algunos estímulos abióticos y fisiológicos en la especie, como es el inicio del acortamiento del fotoperiodo, que ocurre tras el inicio del verano (@21 de diciembre); dicho hito envía señales inequívocas a las plantas en estado productivo; cesa el crecimiento del desarrollo anual de brotes para dar paso al la etapa de inducción de flores para la temporada siguiente (Fig. 1).
Dicho proceso, primordial para asegurar el retorno floral permanente y la producción año tras año, ocurre en muchos casos mientras se está cosechando la fruta, e incluso antes de poder recolectarla en variedades y zonas más tardías.
Este momento coincide también con el cese del desarrollo vegetativo anual; finaliza el crecimiento de los nuevos brotes y se inicia la lignificación de estos. En fisiología, este efecto se le reconoce como “tolerancia al frío”, siendo el primer estímulo y efecto ambiental para preparar el periodo de dormancia.
Figura 1. Relación del desarrollo y cese del crecimiento vegetativo anual en relación con el inicio del periodo de inducción floral en cerezos. Fuente: Adaptado e Bonomelli et al. 2013.
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Este análisis técnico – fisiológico toma gran importancia al momento de establecer un análisis en terreno, ya que el cese de desarrollo vegetativo a fines de primavera es una situación normal y esperada para dar paso tanto al proceso de inducción de flores, como así al endurecimiento y lignificación de material anual para poder soportar las bajas temperaturas del invierno en pleno estado de dormancia.
El concepto de añerismo en el cerezo
En la industria de la cereza, es común escuchar hablar del concepto de «añerismo en el cerezo», considerando un análisis productivo fluctuación de alta y baja producción según cada temporada. Si bien esto puede existir, está descartado que dicho proceso tenga relación con una acción fisiológica asociada a que la carga de giberelinas de la semilla, pueda intervenir negativamente sobre el proceso de inducción de flores de la temporada siguiente. En la especie, el desarrollo de la semilla y su acción fitohormona se produce antes y separadamente del inicio del proceso de inducción floral, y no tendría relación directa con los años “on y off” en cuanto a fluctuación productiva (Fig. 2). Esto si está descrito en otras frutas, sobre todo en las especies de pepita, en donde el desarrollo de la semilla se conecta u traslapa con el proceso de inducción de flores para la siguiente temporada, teniendo un efecto directo sobre la definición correcta de “añerismo”.
Figura 2. Periodo de desarrollo de frutos, inducción y diferenciación de flores según tipo de especie y su relación con el concepto de añerismo. Fuente: Adaptado de Feucht 1967.
¿Es posible o no hablar de añerismo en cerezos? En la teoría no, pero esta definición sí se asocia a estas fluctuaciones productivas interanuales. La verdad es que esto se produce de forma común, pero puede responder a otros factores de mayor importancia:
Luz
La luz es un factor clave para que las plantas puedan hacer fotosíntesis y completar su ciclo de manera normal. Si bien, con el paso de los años ha habido un desarrollo de nuevas tecnologías que permiten aumentar la productividad y precocidad de los huertos (aumento de densidad de plantas por hectárea, usando portainjertos de menor vigor, etc.), en algunos casos la alta densidad de plantación ha conducido a una baja del rendimiento; lo anterior probablemente causado por una disminución de la luz y con ello una menor actividad fotosintética (Bondarenko, 2019).
En frutales de carozo, como el damasco por ejemplo, ha sido posible observar que el efecto del sombreamiento en el momento de desarrollo floral en las yemas puede reducir la tasa de floración durante la temporada siguiente (Bartolini, Viti, & Andreini, 2012). Lo anterior respalda la relevancia de mantener los huertos con una correcta iluminación, con estrategias para controlar el vigor, podas de iluminación u otros manejos.
Es común entrar en un círculo vicioso exceso de vigor y falta de luz, si un huerto de cerezas recibe un manejo errado de canopia, lo que puede incidir directamente en un proceso de inducción floral ineficiente.
Por ello, es fundamental manejar el equilibrio de control de vigor permanente; a su vez, realizar manejos culturales como podas de verano, con el fin de aprovechar en los momentos óptimos, tanto el proceso de inducción de flores como el de diferenciación de estas estructuras.
Nutrición
El proceso de crecimiento de brotes y la formación de yemas florales son procesos antagonistas, y la detención del crecimiento de brotes es un pre-requisito para el desarrollo floral (Koutinas, Pepelyankov, & Lichev, 2014). Es por esto que la nutrición debe ser entregada en el momento oportuno y de acuerdo a las características de cada huerto y cualidades del portainjerto (Predieri, Dris, Sekse, & Rapparini, 2003).
La nutrición es esencial en la producción de cerezas; su correcto estado ofrece un equilibrio perfecto para producir yemas y que éstas, a su vez, desarrollen flores. La falta y exceso de nutrición pueden afectar estos procesos; por ejemplo, los huertos con un exceso de fertilización nitrogenada llevan a árboles vigorosos que están en constante desarrollo de brotes, en relación directa con el primer concepto desarrollado en el anterior punto.
Es necesario tener presente que los modelos de nutrición son diferentes considerando los distintos tipos de portainjertos; los más vigorosos son los que menos nutrición nitrogenada necesitan en primavera para poder desarrollarse de forma óptimo. Por el contrario, los portainjertos de bajo vigor (y/o más eficientes productivamente) necesitan de un apoyo permanente nutricional desde temprano en primavera para poder lograr el equilibrio entre desarrollo vegetativo y reproductivo. Lo anterior permitirá poder cumplir de la mejor forma con las necesidades de la especie para llevar a cabo dichos procesos.
Riego
El agua es fundamental en la producción de cualquier especie; sin embargo, su disponibilidad ha disminuido significativamente durante los últimos años, generando complicaciones ala hora de contar con dicho recurso. Esto ha llevado a que la industria se plantee cómo afectaría el déficit hídrico en la producción y calidad de la fruta.
Si bien en algunos frutales se puede mantener el rendimiento, tamaño y calidad del fruto con un riego deficitario controlado en el momento adecuado, hay limitada información sobre sus efectos a largo plazo en cerezos (Blanco, Blaya Ros, Torres Sánchez, & Domingo, 2019).
Bajo las condiciones climáticas de España, se ha comprobado que ciertos tratamientos de riego deficitario impactaron más significativamente el desarrollo vegetativo que la producción o calidad de la fruta. Sin embargo, otros tratamientos sí tuvieron un efecto negativo en los calibres del fruto (Blanco, Blaya Ros, Torres Sánchez y Domingo, 2019). Por otro lado, se ha señalado que la competencia entre brotes y el desarrollo de yemas florales puede intensificarse en situaciones de desbalance, ocasionadas por factores como el portainjerto o un riego inadecuado. En contraste, en condiciones favorables con una adecuada disponibilidad de agua y nutrientes, esta competencia disminuye, promoviendo la transición de yemas vegetativas a florales (Koutinas, Pepelyankov y Lichev, 2014). Con base en lo anterior, y siempre que exista disponibilidad de agua, el enfoque más adecuado para alcanzar el máximo potencial productivo consiste en proporcionar riego y fertilización ajustados a las necesidades específicas de cada huerto, manteniendo un equilibrio en el desarrollo vegetativo.ativo.
El manejo del riego deficitario controlado, es una delgada línea hasta un proceso de estrés hídrico, lo que podría influir positivamente en una fertilidad potenciada como respuesta a los procesos de inducción y diferenciación de flores. Sin embargo un exceso de fertilidad no sólo responde a una producción desbalanceada en función del normal desarrollo de la planta y a una mala representación proactiva, con una alta cuaja de frutos, pero con malas características de calidad y condición de fruta, sino también puede ser una respuesta a desmejorar su condición fitopatológicas donde por respuesta a este tipo de estrés abiótico se pueden hacer presentes enfermedades bacterianas y fungosas que pueden poner en riesgo el estado sanitario del huerto.
Reguladores de crecimiento
Las fitohormonas, principalmente giberelinas y citoquininas, desempeñan un papel clave en la inducción floral al interactuar con el meristema vegetativo de las yemas (Gil Salaya, 2012). En particular, la giberelina GA3 se ha utilizado ampliamente a partir del estado de color pajizo del fruto con el objetivo de mejorar el calibre y la firmeza. Aunque su aplicación tiene efectos positivos en el tamaño de la fruta, el uso de GA3 durante la etapa final de división celular (fase I) y la etapa tardía de elongación celular (fase III) puede afectar negativamente la inducción floral. Esto se traduce en una reducción del número de yemas florales en las bases de las ramillas y los dardos, especialmente cuando se incrementa la concentración de GA3 (Lenahan, Whiting y Elfving, 2006). En consecuencia, el uso excesivo de GA3 durante el desarrollo tardío del fruto compromete tanto el retorno floral como el potencial productivo de la siguiente temporada (Fig. 3).
Figura 3. Efecto de la aplicación de AG3 en distintas concentraciones (ppm) realizadas durante el fin de la etapa I y III del desarrollo del fruto y su efecto sobre el retorno floral (Flores/cm2) y la producción de la siguiente temporada (Kg/planta). Fuente: Adaptado de Lenahan, Whiting, & Elfving, 2006.
En Chile, se ha observado que la aplicación tardía de AG3, casi al momento de la cosecha, y en concentraciones elevadas (superiores a 100 ppm), especialmente cuando se realizan aplicaciones sucesivas, afecta negativamente el retorno floral para la temporada siguiente. Aunque no se ha registrado una disminución en el número de yemas florales por dardo o base de ramilla, sí se ha reducido el número de primordios florales dentro de estas estructuras.
Por otro lado, reguladores de crecimiento como el paclobutrazol, prohexadiona de calcio y otros inhibidores del crecimiento han demostrado aumentar el número de yemas florales (Koutinas, Pepelyankov y Lichev, 2014). Estos compuestos han sido evaluados para reducir el período de juvenilidad de los huertos. Sin embargo, su uso tiene un efecto depresivo sobre el desarrollo vegetativo de las plantas, favoreciendo indirectamente la fertilidad mediante los procesos de inducción y diferenciación floral.
No obstante, el uso irracional de inhibidores del crecimiento vegetativo puede generar efectos adversos a largo plazo. Posterior a su aplicación, la madera envejece rápidamente, lo que impide una renovación constante de las estructuras y, a mediano plazo, reduce la calidad de la fruta (Facteau y Chestnut, 1991).
Referencias
Bartolini, S., Viti, R., & Andreini, L. (27 de Julio de 2012). De Gruyter. Obtenido de https://www.degruyter.com/document/doi/10.2478/s11535-012-0109-1/html
Blanco, V., Blaya Ros, P. J., Torres Sánchez, R., & Domingo, R. (23 de Noviembre de 2019). MDPI. Obtenido de https://www.mdpi.com/2223-7747/9/1/94
Bondarenko, P. (5 de Marzo de 2019). De Gruyter. Obtenido de https://www.degruyter.com/document/doi/10.1515/opag-2019-0025/html
Facteau, T., & Chestnut, N. (Marzo de 1991). American Society for Horticultural Science. Obtenido de https://journals.ashs.org/hortsci/view/journals/hortsci/26/3/article-p276.xml
Gil Salaya, G. F. (2012). Fruticultura La Producción de Fruta: Frutas de clima templado y subtropical. Santiago: Ediciones UC.
Koutinas, N., Pepelyankov, G., & Lichev, V. (15 de Abril de 2014). Taylor & Francis Online. Obtenido de https://www.tandfonline.com/doi/pdf/10.2478/V10133-010-0003-9?needAccess=true
Lenahan, O., Whiting, M., & Elfving, D. (Junio de 2006). American Society for Horticultural Science. Obtenido de https://journals.ashs.org/hortsci/view/journals/hortsci/41/3/article-p654.xml
Predieri, S., Dris, R., Sekse, L., & Rapparini, F. (12 de Marzo de 2003). Academia. Obtenido de https://www.academia.edu/1900314/Influence_of_environmental_factors_and_orchard_management_on_yield_and_quality_of_sweet_cherry?auto=citations&from=cover_page
Feutch W. 1967. La fisiológia de la medara frutal. Publicaciones en ciencias GArícolas Universidad de Chile, Facuktad de Agronomía. Santiago, Chile.