Hemos visto como los mercados han ido aumentando exigencias en forma evolutiva, pidiendo más calibre, más materia seca, mejor color, más firmeza, más Brix, etc. Estas exigencias generan presión a nivel productivo y nos obliga plantearnos sobre las acciones y manejos que debemos hacer hoy para no arrepentirnos mañana.
Para la gran mayoría de los casos se está a pocos días de comenzar los riegos, y consigo comienzan las aplicaciones de fertilizantes, materias orgánicas, microbiología, enraizantes etc, y muchas veces la gran pregunta es ¿Por qué lo debo hacer?, ¿de qué me sirve?
El suelo es un sistema complejo, en el cual se integran un sinnúmero de factores físicos, químicos y biológicos, los cuales funcionando entre sí en forma sinérgica generaran los cambios necesarios para poder aprovechar el potencial genético de crecimiento radicular, eficiencia en el uso de agua, eficiencia en los fertilizantes que se aplican, derivando a un adecuado desarrollo vegetativo y éxito productivo.
Los suelos son todos distintos en términos químicos, como en texturas, estructuras, estratificaciones, porosidades, lo cual lleva a la necesidad de poner sobre la mesa la importancia que tiene que cada uno tenga un manejo y tratamiento especial a medida de sus condiciones.
Desafíos de temporada respecto al suelo
Es muy frecuente escuchar la gran pregunta respecto de si es necesario generar manejos de suelo todos los años. La respuesta es “SÍ”. Los suelos tienen memoria, para el caso de los suelos arcillosos siempre van a tender a perder macroporosidad, sobre todo después del periodo invernal. Por otro lado, muy diferente, los suelos arenosos van a perder la capacidad de agregación que se había logrado la temporada anterior. Si pensamos en la microbiología, necesitan fuentes de alimento para poder reproducirse en temporada. Las fuentes carbónicas son consumibles por lo cual deben ser aportadas todos los años.
Si queremos nutrir en forma eficiente para lograr un adecuado desarrollo vegetal y producciones de calidad, debemos velar por tener en primer lugar una muy buena raíz. Las raíces necesitan humedad, temperatura y oxigenación (macroporos), así como también una condición química y biológica de suelo adecuada.
Los sistemas radiculares tienen distintos comportamientos de desarrollo dependiendo si es un suelo es arcilloso o arenoso, dado que los niveles de temperatura, humedad y macroporosidad son distintos. (Foto Nº1: Lapins sobre colt, 3 suelos distintos dentro del mismo predio, fotos tomadas el día 4 septiembre 2024).
En la foto número 1 se muestra el despertar radicular en un mismo predio en 3 suelos distintos, variedad Lapins sobre Colt plantada el año 2019. En suelos arenosos que toman temperatura anticipadamente y tienen un mayor grado de macroporosidad, las raíces el día 4 de septiembre estaban funcionando a plenitud si se compara con la foto de la izquierda, en donde en un suelo arcilloso el inicio de actividad radicular estaba muy atrasado.
Foto Nº1: Inicio de actividad radicular 4 septiembre 2024.
Las raíces no solamente toman el agua y nutrientes desde el suelo, sino también tienen relación directa con la síntesis de hormonas de crecimiento y como bodega de reservas. Si tenemos una buena raíz vamos a poder almacenar una gran cantidad de reservas para ser aprovechadas como fuentes de energía en la primavera venidera.
En el mes de julio los sistemas radiculares ya están metabolizando y sintetizando Arginina, por lo contrario, a lo que se pensaba años atrás, la raíz tiene capacidad de sintetizar Arginina usando como fuente de energía almidón y proteínas nitrogenadas las cuales son degradadas para generar aminoácidos y liberar fósforo. (Foto Nº2: Seguimiento de reservas julio-agosto 2024, Santina/Colt, Melipilla, Codigua).
Tomando en cuenta que en el mes de julio la raíz esta con un metabolismo interno abundante, toma sentido comprender que los suelos deben tener una buena oxigenación en esa época y no estar con encharcamientos e inundación como ocurrió el año 2023 en muchos suelos, sobre todo en los suelos arcillosos.
¿Cuándo comienza el trabajo de suelo en los huertos?
El trabajo de suelo comienza en primavera con el objetivo de generar las mejoras necesarias para la temporada de fruta, con el objetivo de tener buena raíz y una bioquímica adecuada para enfrentar la postcosecha y finalmente para tener el suelo en condiciones para enfrentar el invierno.
Existen variadas estrategias para apurar este proceso usando diferentes herramientas combinadas; avaladas por la experiencia empírica, podemos aprovechar esas acciones para los meses de noviembre en adelante.
¿Qué herramientas o productos se pueden usar?
Existe una gran variedad de herramientas, las cuales incluyen ácidos húmicos, materias orgánicas de bajo peso molecular, vegetales y animales, microbiología, las que serán la base de este trabajo. Las combinaciones de productos dependerán del tipo de suelo y la problemática que se esté enfrentando, así como también la condición de la planta en términos radiculares, vigor de planta y niveles de compactación. No se puede usar la misma estrategia en un huerto vigoroso que en un huerto con bajo vigor, así como tampoco es adecuado usar las mismas estrategias en suelos arcillosos versus suelos arenosos.
El objetivo de esto es optimizar el máximo potencial de las herramientas que usemos de manera de ser eficaz y eficiente con el huerto, pero también con el capital invertido.
Llegando el otoño, siempre se recomienda la adición de compost en dosis no mayores a los 7.000 kilos, esta incorporación en el tiempo es una inversión para el suelo, ya que aporta nutrientes, niveles altos de carbono y microbiología. Esto debe ser aplicado previo lluvias invernales y con la planta en receso.
En términos microbiológicos, la experiencia empírica demuestra que el avance de incorporar microbiología exógena es muy abundante; hoy existen productos de gran calidad, así como también el trabajo nacional, en donde se aprovecha la microbiología nativa, se mejora y se vuelve a incorporar en volúmenes más grandes a los mismos suelos. Esto generara una bioquímica en el suelo, protección sanitaria, liberación de nutrientes, corrientes de electrones, que finalmente darán vida a lo que llamamos “SUELO VIVO”.
Es difícil pensar actualmente poder cumplir con la cantidad y calidad de frutos permanentes en el tiempo y una longevidad de huertos al futuro si no se mantiene y cuida el suelo. Siempre es mejor y más económico hacerlo de forma preventiva, como programa anual, y no reaccionar posteriormente a un problema mayor que signifique pérdidas económicas e incluso replantes de campos.
Los suelos en términos químicos y biológicos son finitos, por lo cual, al no ser cuidados su potencial productivo baja en el tiempo hasta llegar a condiciones y aptitudes que hacen difícil la producción de alimentos en ellos. Es mejor cuidar, prevenir que curar.